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Errores de Startup

Fecha: 2025-06-07 05:43:59
Autor: Alex Rubio

La imagen muestra a un hombre de traje oscuro y corbata roja con una expresión de pánico extremo en el rostro. Su mano izquierda sostiene un billete de 100 dólares mientras su mano derecha se apoya en su frente, como si no pudiera creer lo que está viendo. Frente a él, un fajo de billetes arde intensamente, con llamas naranjas y amarillas envolviendo los billetes, que claramente están siendo consumidos por el fuego. El fondo es neutro y gris, lo que enfoca toda la atención en la escena dramática del dinero en llamas y la reacción del hombre. La imagen transmite una sensación de urgencia, pérdida y caos financiero.

En el ecosistema emprendedor moderno, ha surgido una subespecie particularmente vistosa: la startup rondera. No es una empresa en busca de clientes, sino en busca de rondas. Pitch deck en mano, cifras infladas y un storytelling que haría llorar a Spielberg, estas startups tienen una obsesión: crecer rápido. Rentabilidad, ya si eso, para la Serie Z.

Quizá todo empieza por el principio: el concepto mismo de "startup" es, en muchos casos, el primer error. Hace unos años, montar una empresa implicaba reunir especialistas en un tema concreto, construir algo con sentido de futuro, buscar beneficios desde el primer día, pagar nóminas, y ofrecer estabilidad. Hoy, en cambio, muchos emprendedores parecen haber sustituido el plan de negocio por una baraja de cartas donde la rentabilidad es el comodín que nadie quiere jugar demasiado pronto.

Uno de los errores más comunes es confundir "tracción" con "quema de dinero". Si el CAC (coste de adquisición de cliente) supera el LTV (valor del cliente en el tiempo) por un factor de cuatro, no es escalabilidad: es pirotecnia financiera. Pero en el Excel todo cuadra, claro, porque el Excel lo aguanta todo. Excepto la realidad.

Luego están las startups que se niegan a cobrar desde el día uno. "Primero crecemos usuarios, luego ya veremos". Claro, y mientras tanto, los inversores felices viendo cómo su dinero se evapora más rápido que el hielo en una terraza de agosto. Si no puedes demostrar que alguien está dispuesto a pagar por tu producto, quizá tu producto no es un negocio, sino un hobby caro.

Y por supuesto, no podemos olvidar el fetiche por levantar rondas. Cada ronda es celebrada como si se hubiera ganado la Champions. Pero levantar dinero no es un logro empresarial, es una obligación que viene con intereses (y no hablamos solo de los financieros). Más dinero suele significar más presión, más expectativas y, muchas veces, más errores.

Así que, querido emprendedor, si tu estrategia de negocio se basa en levantar ronda tras ronda sin demostrar rentabilidad, quizá no tienes una startup. Tienes un agujero negro de capital con logo bonito.

Emprender es duro, sí. Pero hacer como que emprendes también tiene consecuencias. Y la más habitual es acabar siendo un caso de estudio... de lo que no se debe hacer.



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